16 de enero de 2011

Formalismos

"El artista es creador de belleza.
Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte.
El crítico es quien puede traducir de manera distinta o con nuevos materiales su impresión de la belleza.
La forma más elevada de la crítica, y también la más rastrera, es una modalidad de autobiografía.
Quienes descubren significados ruines en cosas hermosas están corrompidos sin ser elegantes, lo que es un defecto.
Quienes encuentran significados bellos en cosas hermosas son espíritus cultivados. Para ellos hay esperanza.
Son los elegidos, y en su caso las cosas hermosas sólo significan belleza.
No existen libros morales o inmorales.
Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo.
La aversión del S. XIX por el realismo es la rabia de Calibán al verse la cara en el espejo.
La aversión del S. XIX por el romanticismo es la rabia de Calibán al no verse la cara en un espejo.
La vida moral del hombre forma parte de los temas del artista, pero la moralidad del arte consiste en hacer un uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada. Incluso las cosas que son verdad se pueden probar.
El artista no tiene preferencias morales. Una preferencia moral en un artista es un imperdonable amaneramiento de estilo.
Ningún artista es morboso. El artista está capacitado para expresarlo todo.
Pensamiento y lenguaje son, para el artista, los instrumentos de su arte.
El vicio y la virtud son los materiales del artista. Desde el punto de vista de la forma, el modelo de todas las artes es el arte del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, el modelo es el talento del actor.
Todo arte es a la vez superficie y símbolo.
Quienes profundizan, sin contentarse con la superficie, se exponen a las consecuencias.
Lo que en realidad refleja el arte es al espectador y no la vida.
La diversidad de opiniones sobre una obra de arte muestra que esa obra es nueva, compleja y que está viva.
Cuando los críticos disienten, el artista está de acuerdo consigo mismo.
A un hombre le podemos perdonar que haga algo útil siempre que no lo admire. La única excusa para hacer una cosa inútil es admirarla infinitamente.
Todo arte es completamente inútil."
Oscar Wilde (Prólogo de El retrato de Dorian Gray)



El examen de historia del arte, o de historia de la construcción, o de historia de la arquitectura (como algunos dan en llamar a esta peculiar combinación -¿o no?- de dos campos -arte y ciencia- que a veces parece que sólo en ella se intersecan) está a la vuelta de la esquina. Debido probablemente a las influencias y opiniones que he recibido y escuchado durante toda mi vida acerca de este tema, por momentos me da la impresión de que esa intersección existe, de que podemos hallar ciencia entre los muros de Santa Sofía y arte en la geometría euclidiana; de que no sólo son herramientas la una del otro y viceversa, sino complemento y necesidad.

Hasta que vuelve a aparecer Oscar Wilde y me convence de nuevo.

Sí, no me acordaba de cuán formalista puedo llegar a ser.

La pregunta es qué cojones estoy haciendo con mi vida. O no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario