26 de febrero de 2011

¡Carnaval, Carnaval!

Carnaval, carnaval,
Carnaval, ¡te quiero!






Próximamente, la crónica por Ms. Brightside.

21 de febrero de 2011

Hogar.

"La Residencia se proponía complementar la enseñanza universitaria mediante la creación de un ambiente intelectual y de convivencia adecuado para los estudiantes. Características distintivas de la Residencia fueron propiciar un diálogo permanente entre ciencias y artes y actuar como centro de recepción de las vanguardias internacionales. Ello hizo de la Residencia un foco de difusión de la modernidad en España, y de entre los residentes surgieron muchas de las figuras más destacadas de la cultura española del siglo XX, como el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador Dalí, el cineasta Luis Buñuel y el científico Severo Ochoa. A ella acudían como visitantes asiduos o como residentes durante sus estancias en Madrid Miguel de Unamuno, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d'Ors o Rafael Alberti, entre muchos otros."



Yo conocí la Residencia de Estudiantes gracias a Miguel Hernández; es una más de las muchas cosas que le debo, junto con el hecho de enseñarme a apreciar la poesía. En su día llegué a preguntarme por el tipo de casualidades que habían hecho coincidir en un mismo lugar y en una misma época a tantísimas personas maravillosas. Me parecía casi una broma de eso que algunos llaman destino, una coincidencia que no se había dado nunca y que jamás volvería a producirse, porque simplemente era imposible. Para mí, era como si una mano invisible hubiera surcado España desde lo alto agarrando por la nuca a todas aquellas mentes brillantes, a todos aquellos espíritus inquietos, y reuniéndolos después en un mismo edificio que era mucho más que eso.

Creo, sin embargo, que ahora empiezo a comprenderlo. No tengo ni idea de qué habría sido de Lorca o de Dalí si no hubieran vivido en la Residencia, si no hubieran entrado en contacto con tantos otros mundos interiores, si no hubieran absorbido cultura e inquietudes por todos los poros de su cuerpo. Pero me arriesgo a afirmar, aún a sabiendas de poder equivocarme, que estoy convencida de que no habrían sido el Lorca ni el Dalí que conocemos hoy en día.

Ellos hicieron a la Residencia y la Residencia los hizo a ellos. Dice Durkheim que hay ciertas cosas que están en cada uno de nosotros y que por ello pasan a estar en el todo; una vez en el todo, se hace inevitable que permanezcan y se potencien en cada uno de nosotros. Y digo yo, bueno, quizá sea eso. El caso es que ayer, bajando por la Cuesta de Moyano cargada de libros de segunda mano, me sentí un poquito así. Y me acordé de un amigo que cuando visitó por primera vez esta enorme casa en la que estoy viviendo, me preguntó si podía, quizá, compararse con aquella Residencia de Estudiantes.

Ellos hicieron a la Residencia y la Residencia los hizo a ellos. Sin dobles tintas. No existió (no existe) ninguna mano invisible seleccionadora, sino tan solo un único requisito: tener algo que aportar. Como esos caldos en los que cada ingrediente da más sabor al resto.

¿Sabéis? A mi amigo le respondí que sí.



13 de febrero de 2011

Que el soneto nos tome por sorpresa



Entrar en este verso como el viento,
que mueve sin propósito la arena,
como quien baila que se mueve apenas,
por el mero placer del movimiento.

Sin pretensiones, sin predicamento,
como un eco que sin querer resuena,
dejar que cada sílaba en la oncena
encuentre su lugar y su momento.

Que el soneto nos tome por sorpresa,
como si fuera un hecho consumado,
como nos toman los rompecabezas,

que sin saberlo, nacen ensamblados.
Así el amor, igual que un verso empieza,
sin entender desde donde ha llegado.


Jorge Drexler


Ayer no vi la gala de los Goya. De todas las películas nominadas, apenas había visto una (También la lluvia, que me sorprendió gratamente en su momento) y no tenía mucho sentido montarme una quiniela. Sólo había marcado las casillas de dos categorías. La primera era la de mejor canción. Supongo que no era muy difícil acertar dada el temazo que el señor Drexler se había sacado de la manga y, efectivamente, así fue. Esta vez sí, Jorge, esta vez sí te han dejado cantar. La segunda...Bardem, me acabas de imponer la obligación moral de ver Biutiful. Y es que, a pesar de no haber visto ninguna otra, me sigo preguntando qué cojones haces en la película para haberte merecido este Goya más que Luis Tosar.


Son las nueve menos diez de la mañana. En tres horas y cuarenta minutos tengo la entrega de mi primer proyecto. He dormido bien, me he despertado mejor, he desayunado una barbaridad, todavía nadie me ha recordado que es San Valentín ni nadie ha aparecido vestido de rojo riguroso y he recordado a mi paisano dedicando el Goya el pasado año "en galego, que se entende perfectamente" (en Madrid, todo toma mucho más sentido). Y hoy, hoy va a ser un buen día.


10 de febrero de 2011

Corrimos por Madrid.

Como quien sabe que cuenta con la tarde entera
sin nada más que hacer que acariciar aceras.
Jorge Drexler - La trama y el desenlace.


Me gusta el tiempo de no hacer nada. El tiempo de hacer cosas te absorbe, te crea un estado de ansiedad que acaba imposibilitando cualquier mínima acción. El saberte en la tesitura de "tener que" hacer algo, lo que sea, ya, suele llevarte a la negación absoluta, a vagar, remolonear, enclaustrarte en ti mismo, huir de las obligaciones, sentirse mal.

Me gusta el tiempo de no hacer nada. Me gusta, sí, esa sensación de que el pecho se abre y puedes respirar mejor. Pasear sin más o charlar durante horas. Terminar de comer y tenderte al sol, acostarte tarde si quieres (y si no, temprano), leer mucho, soñar bonito. La cabeza se llena de proyectos, de cosas que no hiciste en el tiempo de sí hacer y que ahora, por fin, encuentran su momento.

Casi todas las grandes cosas se lograron en el tiempo de no hacer nada. ¿Quién, en el tiempo de hacer cosas, se va a preocupar por tener una idea brillante? Lo importante es hacer, ejecutar más que pensar, uno, otro, más. No hay voluntad propia, libre elección, imaginación; no hay vida. Pero cuando llega el tiempo de no hacer nada, cuando te dicen ese "ahora estás tú y nada más", entonces no se hace sino que se crea.

Llamadme idiota, pero muchas cosas mejorarían si el tiempo de hacer se redujera considerablemente. La gente tendría tiempo para correr, amar, reír; para vivir.

1 de febrero de 2011

¡Felicítenla, felicítenla!

"Y el niño aquel que tú eras antes,
se fue, no está, y aunque eres el mismo
ya no es igual, pareces distinto...
debes buscarlo, lo vas a encontrar."
(Tequila- Que el tiempo no te cambie)

Parece que fue ayer cuando hablamos por primera vez, de república y selectividad y notas y olvidos y amigos y enemigos y Madrid y esto y aquello, y qué bien que nos hemos venido, y ¡ché! qué bueno que viniste. Parece que fue ayer cuando me percaté de la pedazo de persona que tenía delante. Y... ¡qué cojones! ¡Si es que fue ayer!

Gracias por estos casi cinco meses (así, a lo tonto) de incondicionalismo extremo.

Felices diecinueve, pichón.