"Hola, Julia.
Después de tu llamada de ayer, te comento:
La primera vez que vi a Aute cantar "Al alba" entre otras fue en el 82, en el parque de Fofó, en Murcia. Te puedes imaginar perfectamente cómo me sentí, pero en aquel momento había tres cosas (al menos) que ni se me pasaban por la cabeza:
1. Jamás hubiera pensado que yo iba a tener una hija; nunca jamás, te lo juro.
2. Mucho menos pensaba que, veinteinueve años después de aquel día!!!!, esa hipotética hija iba a estar lo suficientemente loca para disfrazarse de Alaska, gustarle la música de cantautores y no decantarse por el hip hop, el rap, la música electrónica, shakira o yo qué sé (en fin, cosas normales de la gente).
3. Y lo que menos me podía imaginar es que a estas alturas, Aute siguiera vivo... Ya en el 82 estaba decrépito y con esa inaudible y cazallera voz, fruto de los miles de porros, cubatas y demás cosas que se metía.
En fin, volví a ver a Aute en el 84 (dos veces), en el 85; también fui a conciertos de Héroes, de Siniestro Total, de Burning (histórico concierto en el parque del oeste, marzo del 85), de Serrat ni te cuento.
Lejos de una cosa mítica y estupenda, algunas de las personas que "admirábamos" están muertas, y muchas otras que se dejaron llevar por la movida general y que nunca fueron famosos también están muertas, a algunas yo las conocía, y unos pocos de ellos eran amigos míos.
...Cuando tengas una hija, y pasen veinteinueve años (no se entonces si Aute estará ya muerto), si por asomo le cuentas el significado de esta música y de otras y le dices que es la música que su abuela cantaba a voz en grito con los ojos cerrados, y tú también, pensará que estás absolutamente colgada y que vaya carrozas (o como se diga entonces), o lo que es peor, también le gustará y eso significará.... que tenemos otra loca en la familia."
Ayer (anteayer, ya) tuve la increíble oportunidad de ver a Luis Eduardo Aute en directo, junto con otros seis cantautores, en
una iniciativa maravillosa. Y mientras el chico que me acompañaba llamaba emocionado a un amigo en común que se puso a cantar a voz en grito por el altavoz del teléfono móvil, yo no pude evitar sentir la obligación de telefonear a casa.
Transcribo aquí sin su permiso (se lo comentaré mañana, prometido) un trocito del mail que acabo de recibir de mi madre, que me ha puesto la piel de gallina y me ha hecho sonreír como una boba. Gracias, mamá. Gracias por todo.